quinta-feira, 18 de abril de 2024

E se a solução for o comunismo? * SANTIAGO STAVALE/Revista Jacobin

E se a solução for o comunismo?
SANTIAGO STAVALE

O problema é o capitalismo e não há outro caminho senão a sua destruição. O resto é pura ilusão.

Abandonemos a renúncia de gerir a miséria, voltemos a lutar por aquilo que sonhamos e preparemo-nos para lutar. Caso contrário, a derrota está garantida. E o futuro, cancelado.

Num artigo intitulado “Não vote, não os encoraje”, o blogueiro e filósofo britânico Mark Fisher denunciou magistralmente a lógica do “malmenorismo” como uma das manifestações mais completas do que chamou de “realismo capitalista”:
Escolher “o menos pior” não é fazer uma escolha específica, é também escolher um sistema que nos obriga a aceitar o menos pior como o melhor que podemos esperar.

Assim, Fisher expôs os mecanismos de desmoralização e resignação que estavam activos naqueles que relutantemente defenderam o voto no Novo Trabalhismo britânico "com base no facto de os Conservadores [1] serem a única alternativa realista e manifestamente piores que o Novo Trabalhismo". E terminou com uma definição lúcida desta última alternativa política supostamente progressista: “é o gerencialismo thatcheriano sem o ataque thatcheriano aos interesses estabelecidos”.

Não é intenção do redator promover votos em branco ou abstenção nas próximas eleições na Argentina. Estou convencido de que aqueles de nós que vivemos do nosso trabalho, se não podemos escolher o terreno da luta, devemos pelo menos manter o direito de escolher (no melhor estilo de um videojogo) o inimigo mais conveniente para enfrentar nos próximos anos. . E, sem dúvida, os mais sanguinários não são a melhor opção. Mas mesmo assim, qualquer coincidência da análise de Fisher com a situação política do campo popular argentino... não é pura coincidência. Abaixo pretendo contribuir para uma reflexão mais geral sobre o que, urgentemente, devemos ter em conta para o que nos chega. E para isso acho que Fisher é essencial.
As tempestades se aproximam e eu estou olhando para a parede...

A atual situação argentina, fortemente afetada pelo inesperado triunfo de Javier Milei, torna-se muito mais clara se a analisarmos desde um ponto de vista “fisheriano”. As reflexões de Mark sobre o esvaziamento das expectativas, a “estagnação” cultural e o cancelamento do futuro são mais que ilustrativas do momento político que a humanidade e, dentro dele, a sociedade argentina vivem.

Estou particularmente interessado em prestar atenção a duas questões que emergem da análise de Fisher e que estão intimamente ligadas: primeiro, o papel que as utopias e a imaginação utópica desempenham na política (Milei deixa claro que uma política sem paixões e sem utopias é uma questão de “casta” e não de militância); segundo, até que ponto a lógica do “realismo capitalista” penetrou na militância popular, nas organizações e nas pessoas que pensam e sentem em coordenadas de esquerda e progressistas.

Fisher diz que o “realismo capitalista” é uma atmosfera generalizada em que reina a famosa ideia de que é “mais fácil imaginar o fim do mundo do que o fim do capitalismo”. Mas o realismo capitalista não é apenas uma atmosfera, mas também uma lógica que se instala na nossa forma de pensar e agir politicamente. Fisher caracteriza esta lógica, de forma muito pertinente, como uma lógica de “desamparo reflexivo”, isto é, a consciência de que as coisas estão muito ruins, mas a consciência ainda mais clara de que nada pode ser feito para mudar isso.

Na sua opinião, isto é, em grande medida, o resultado da adopção e da transformação da resignação numa estratégia pelas principais forças progressistas. Estas forças, mostrando-se incapazes de se opor a um modelo político-económico alternativo e coerente, estabeleceram que o objectivo não é erradicar o capitalismo, mas sim mitigar os seus excessos. Isso é algo muito presente na “onda de governos progressistas” na região. Assim, o realismo capitalista está relacionado com uma atitude de resignação, derrotismo e depressão que não só é disseminada pela direita neoliberal, mas é apresentada como uma patologia à qual sucumbem os elementos da chamada “esquerda”.

Não é por acaso que, na Argentina, a principal referência do campo dito “nacional e popular” insiste há algum tempo que o capitalismo é o sistema mais eficiente e, pior ainda, na ideia de que “já não é um sistema político, nem ideológico", mas sim "tornou-se independente da ideologia". Nesta e em muitas outras mensagens, ressoa a ideia de Fisher de que o sucesso do realismo capitalista reside na naturalização de uma posição ideológica através da sua neutralização, isto é, através da sua transformação de valor em facto.

De modo que si el capitalismo es algo natural y posideológico, estamos obligados —ya que es la única opción posible— a aceptar que «es el único juego que podemos jugar». Como diría Fisher, «lo único que tenemos que hacer es comprar los productos correctos». En ese marco es que aparecieron todas las consignas y latiguillos (u oxímoron) que hemos escuchado hasta el hartazgo en los últimos diez años: «humanizar el capital» o «construir un capitalismo humano» son solo algunos de ellos. De este modo, el capitalismo pasó a ocupar sin fisuras el horizonte de lo imaginable.

Pero sería bueno recordar que lo que hoy consideramos «realista» alguna vez nos parecía «inaceptable». Para ello resulta fundamental invocar al fantasma de un pasado no tan lejano.

Volvamos a hablar de nuestras utopías

El 2013 fue un punto de inflexión fundamental para entender por qué y cómo se instaló esta lógica en el campo popular. Aquel fue el año de la muerte de Hugo Chávez, y con Chávez no solo murió el líder revolucionario más importante del siglo XXI, sino que con él se enterró —nuevamente— la utopía del socialismo (o Socialismo del Siglo XXI, como queramos llamarlo). Es importantísimo recordar que ese proyecto utópico era el motor de gran parte de quienes empezamos a militar por aquellos años. Con sus defectos y sus virtudes, allí estaba puesta nuestra libido y nuestra imaginación política, y a partir de allí imaginamos, pensamos y nombramos a la revolución, al poder popular, a la radicalización de la democracia, etcétera.

Incluso para quienes no pensaban en esa clave, el Socialismo del Siglo XXI o el chavismo oficiaba de telón de fondo desde el que pensar la política (cuya agenda, en sentido amplio, se había desplazado hacia la izquierda). Con la muerte de Chávez, la deriva reformista de los procesos que lo rodeaban y la obsesión por la gestión del Estado que comenzaron a tener muchas organizaciones, la utopía se fue abandonando y el realismo capitalista se instaló progresivamente en nuestras filas.

Paulatinamente, y sobre las ruinas de esa utopía, la derecha construyó su contraofensiva utópica. Tan exitosa fue en esa empresa que no solo logró retomar la iniciativa política (al punto de presentarse ahora ella como la rebelde y de cuestionar lo que creíamos incuestionable) sino que —y esto es quizás lo más preocupante— logró que muchos de nosotros se sientan avergonzados de la utopía que nos movilizó años atrás. Escondieron nuestras palabras, las disfrazaron de pragmatismo y comenzaron a imponer como inevitable lo que antes nos parecía inadmisible.

Ahora resulta que querer erradicar (y digo erradicar, no «mitigar») la pobreza, el hambre y la dependencia son un utopismo ingenuo o, peor aún, hablar de eso y denunciarlo es funcional al enemigo. Para ponerlo en términos más concretos: plantear que no hay que pagarle al FMI es una «ultrada» o un metier de «troscos»; para enfrentar a la derecha, la mejor alternativa es tener un candidato de derecha. Pareciera que el camino ha sido volvernos más «realistas».

Aquí hay algo que es fundamental y que es importante remarcar: el hecho de que nuestras utopías aparezcan hoy como planteos ingenuos (de tiempos románticos de militancia estudiantil) no depende de la utopía misma, sino de la correlación de fuerzas. Para decirlo bien claro: el que tiene la iniciativa es el que «pone» la utopía. Y eso lo demuestra Milei, que no se ruboriza al plantear un programa casi de ciencia ficción. Al proponer una sociedad donde podamos vender los órganos libremente o privatizar las calles y cobrar peaje por cuadra nos está planteando su utopía, su programa de máxima, sus objetivos estratégicos.

Los delirios de Milei no son otra cosa que la imaginación política al servicio del capital. Pero, al fin y al cabo, no deja de ser otro futuro posible, y por eso convoca. Y es eso lo que tenemos que hacer nosotros. Debemos retomar la iniciativa política, y la única forma de hacerlo es —nuevamente— con nuestras utopías. Las más radicales de todas.

Sacar otra conclusión sería una muestra de miopía ante la evidencia de que lo que moviliza a quienes viven de su trabajo no es el deseo nostálgico de volver a los años (no tan) gloriosos del «capitalismo con inclusión» sino de un cambio radical en sus penosas, monótonas y precarias vidas. El problema está en que quienes siempre fueron la referencia política en ese horizonte prometeico, hoy aparecen como los más «realistas». Así, «liberados de una sujeción a la que ya no quieren volver, abandonados en el desierto, confundidos respecto al camino por seguir», la clase-que-vive-del-trabajo está ahí, disponible ante el surgimiento de cualquier utopía que prometa romper con su realidad.

Cuando Fisher analizaba el éxito del yihadismo islámico en el reclutamiento de jóvenes en las escuelas y en las universidades de Occidente reflexionaba muy atinadamente que se debía a la astucia de reconocer en la adolescencia masculina el tiempo de la «asfixiante confusión» y la avidez de certezas fáciles, y planteaba: «para un yihadista ferviente, no puede ser tan difícil convencer a un impresionable joven, que se encuentra a la deriva en la niebla miserable del capitalismo babilónico, de que el verdadero Mal no es Al Qaeda sino sus enemigos».

Se trocarmos jihadistas fervorosos por libertários histéricos, parece que não precisaríamos modificar uma única vírgula. Seguindo a reflexão dos britânicos, chegamos à mesma conclusão: a ascensão do fanatismo libertário deve estar correlacionada com o desaparecimento da esquerda. Se a raiva libertária se transformou em raiva contra a injustiça (de casta, por exemplo) é porque deixamos um espaço vazio.

Por isso é fundamental abandonarmos os eufemismos e voltarmos às nossas ideias fortes sem vergonha. Talvez percebamos que falar sobre comunismo não é errado. No meio de tanta desorientação, prestar atenção em qual inimigo a direita escolhe pode nos dar uma pista. Eles sabem qual é a sua verdadeira concorrência. Eles são claros – muitas vezes mais claros do que nós – de que as nossas utopias são as únicas que podem tirar a humanidade desta crise.

Mais uma vez, o problema é o capitalismo e não há outro caminho senão a sua destruição. O resto é pura ilusão. É a esses tipos de verdades que devemos retornar. Em tempos de “política pura”, paradoxalmente, devemos voltar a Gramsci. Foi o mesmo “teórico da hegemonia”, tão citado nestes tempos, que nos lembrou inequivocamente que não pode haver transformação cultural, intelectual e moral sem transformação económica quando disse que “o programa de reforma económica é precisamente a forma concreta de apresentar em si." de toda reforma intelectual e moral. Não importa quanto esforço coloquemos na batalha de ideias, se não assumirmos que a luta é sistémica, parafraseando Marx, tudo o que parecia sólido desaparecerá no ar.

E não pretendo reeditar, como pastiche, a retórica e os projetos do século XX ou dos primeiros anos do século XXI. Isso seria, novamente, um raciocínio nostálgico. Como afirma Fisher, nosso projeto é para o futuro e vem do futuro. Não se trata de reclamar o “não mais” dos projectos revolucionários de outrora, mas sim de recuperar o “ainda não” dos futuros para os quais nos prepararam, mas que nunca se materializaram.

Por fim, talvez outra coisa que devêssemos fazer é abandonar de uma vez por todas o slogan imobilizador que diz “o amor vence o ódio” e colocar as coisas de volta no seu lugar, porque não parece ser uma boa estratégia amar os nossos inimigos. Como nos lembra Mark, eles não têm dúvidas de que estão numa guerra de classes e dedicam enormes recursos à formação do seu povo para lutar.

As pessoas têm o direito de odiar e sabemos porquê. Trata-se, em todo caso, de esclarecer quem são os verdadeiros algozes. Para fazer isso, é essencial gerar (nem tanto) novas figuras de ódio em nossa propaganda: “Se o realismo capitalista construiu a figura do aproveitador preguiçoso e inútil como um bode expiatório populista, devemos introduzir uma nova figura [a do] parasita." Este parasita é a verdadeira casta, composta pelos representantes do capital e pelos seus representantes.
Abandonemos a resignação de gerir a miséria, voltemos aos militares para o que sonhamos e desejamos, identifiquemos os nossos inimigos (de classe) e preparemo-nos para lutar. Caso contrário, a derrota está garantida. E o futuro, cancelado.

Notas

[1] Tory é o nome dado a alguém que pertence ou apoia o Partido Conservador Britânico.

Referências

Fernández de Kirchner, Cristina: “Estado, Poder e Sociedade: insatisfação democrática”, na entrega do Doutorado Honoris Causa da UNCAUS, 06/05/2022. Obtido em: https://www.cfkargentina.com/conference-estado-poder-y-sociedad-la-insatisfaccion-democratica-en-la-entrega-del-doctorado-honoris-causa-de-la-uncaus/

Fisher, M. (2018): Os fantasmas da minha vida. Escritos sobre depressão, assombração e futuros perdidos , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Caja Negra.

Fisher, M. (2020): Realismo capitalista. Nenhuma alternativa? , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Caixa Preta.

Fisher, M. (2020): «Abandone as esperanças (o verão está chegando)» em K-Punk-Volume 2. Escritos coletados e inéditos (Música e política) , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Caja Negra.

Fisher, M. (2020): "Como matar um zumbi: estratégias para acabar com o neoliberalismo" em K-Punk-Volume 2. Escritos coletados e não publicados (Música e política) , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Caixa Preta.

Fisher, M. (2020): “Não vote neles, não os incentive” em K-Punk-Volume 2. Escritos coletados e não publicados (Música e política) , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Caja Negra.

Fisher, M. (2020): «Vencer a la Hydra» em K-Punk-Volume 2. Escritos coletados e inéditos (Música e política) , Cidade Autônoma de Buenos Aires: Black Box.

Gramsci, A. (2003): Notas sobre Maquiavel, sobre a política e sobre o Estado moderno , Buenos Aires: Nueva Visión.COMPARTILHE ESTE ARTIGO FacebookTwitter E-mail

SANTIAGO STAVALE

Socióloga e Doutora em Ciências Sociais pela Universidade Nacional de La Plata. Membro do grupo de estudo e lazer sobre Mark Fisher “Os fantasmas da minha cerveja”.

Nenhum comentário:

Postar um comentário